Contexto:
En la empresa de conservas Delicias del Campo, dos supervisores, Ana y Javier. Ambos deben coordinar la producción y distribución de los productos.
Durante una reunión de seguimiento, Ana menciona la importancia de «flexibilidad en los horarios» para adaptarse a las demandas del mercado. Javier, interpretando la sugerencia desde su perspectiva, entiende que se refiere a permitir a los empleados ajustar sus horarios de trabajo según sus necesidades personales. Por otro lado, Ana se refiere a la necesidad de ajustar los turnos de producción para cumplir con los pedidos urgentes de los clientes.
Javier, alentado por la idea de flexibilidad, permite a los empleados modificar sus horarios sin consultar a Ana. Esto resulta en retrasos en la producción y en la entrega de pedidos, lo que afecta la reputación de la empresa. Ana, al darse cuenta de la situación, confronta a Javier por no seguir las pautas establecidas, lo que genera tensiones y desacuerdos en el equipo.
Tras una discusión acalorada, Ana y Javier deciden abordar el malentendido de manera constructiva. Al explicar sus diferentes interpretaciones de la flexibilidad en los horarios, se percatan de la falta de significados comunes en su comunicación. Reconocen que sus expectativas y enfoques laborales están influenciados por estereotipos de género y deciden trabajar juntos para establecer una definición clara y consensuada de flexibilidad horaria, basada en las necesidades del negocio y en la eficiencia operativa. Además, se comprometen a superar los prejuicios de género y a promover una comunicación más abierta y colaborativa en el equipo.